El brainstorming es una tradicional herramienta para fomentar la creatividad y es muy utilizada en las empresas como un medio de encontrar soluciones o propuestas.
Según descubro leyendo ‘Quiet‘ de Susan Cain, esta técnica fue inventada por Alex Osborn, un ejecutivo de publicidad, hace ya varias décadas. En concreto, lo documentó en su libro ‘Applied Imagination‘ publicado en 1953.
Osborn defendía que la generación de ideas en grupo era más efectiva que esa misma producción a nivel individual.
No cabe duda de que el brainstorming ha sido una técnica exitosa y ampliamente utilizada. Sin embargo, Susan Cain, que parece no dejar ‘títere con cabeza‘ en cuanto a ciertos mitos sobre la productividad, también critica esta técnica como parte de su defensa del valor que los introvertidos, más tendentes a la reflexión y a la escucha, aportan a las empresas. Y así, afirma rotunda:
There’s only one problem with Osborn’s breakthrough idea: group brainstorming doesn’t actually work.
Apoya este hecho en diversos estudios y citas de varios autores, como aquella atribuida a Adrian Furnham quien afirma, con no menos rotundidad:
The ‘evidence’ from science suggets that business people must be insane to use brainstorming groups.
y aporta una evidencia:
Studies have shown that performance gets worse as the group size increases: groups of nine generate fewer and poorer ideas compared to groups of six, which do worse than groups of four.
Pero ¿qué sucede con el brainstorming para que, a pesar de su buena fama, conduzca a esos resultados y descalificaciones?
Susan Cain aporta, mencionando estudios de psicólogos, tres factores:
- holgazanería social: cuando se encuentran en grupo, algunos individuos tienden a sentarse retirados y dejar que otros hagan el trabajo por lo que no aportarán ideas.
- bloqueo de la producción: sólo una persona puede hablar o generar una idea en cada momento, mientras el resto del grupo se ve obligado a permanecer pasivos.
- aprehensión a ser evaluado: es decir, el miedo a parecer estúpido frente a colegas y compañeros…lo que evita que se propongan ideas por si son descabelladas.
Lo cierto es que los tres factores los podemos comprobar empíricamente…y probablemente en cualquier dinámica de grupo profesional, no sólo el brainstorming.
Probablemente no de forma absoluta. Probablemente siga tendiendo sus entornos y contextos donde pueda ser una excelente técnica de creatividad. Pero eso sí, no es una técnica universal para todas las situaciones y contextos. Quizá, baste con un poco de sentido común, con atrevernos a bajar a esta técnica de su pedestal, a ponerla en entredicho…
En mi experiencia personal, el modelo divergencia-convergencia suele dar sus frutos: le gente se desinhibe al principio y dice todo lo que se le pasa por la cabeza, para después en la convergencia valorar racionalmente las opciones. Salen cosas buenas.
Gracias por comentar, Rafa.
Yo creo que ni brainstorming es la receta fantástica y universal que sirve para todo ni quizá tenga tantos defectos como se deducen de mi lectura.
En un debate que se ha generado en LinkedIn al respecto, se apunta, y creo que es un buen apunte, a la importancia de la figura del facilitador. Puede ser esta figura la que marque la diferencia entre la eficacia o no de la técnica.