Es probablemente una problemática recurrente a lo largo de los tiempos, seguramente acelerada en las últimas décadas, la existencia de un gap generacional, un diferente modo de ver las cosas, un distinto comportamiento y una diferente escala de valores entre las diversas generaciones.
Es, por desgracia, también un hecho recurrente la incomprensión mutua entre las diferentes generaciones, y la frecuente existencia de un cierto desprecio o descalificación mutuas.
Sin embargo, probablemente no existan tantas diferencias inherentes entre una generación y otra, no al menos en la naturaleza de las personas, aunque quizá sí en su manifestación externa.
Clay Shirky, en su libro ‘Cognitive surplus‘ abunda en esa idea. Para este autor, y tiendo a coincidir con él, lo que diferencia una generación de otra, en muchos casos, tiene más que ver con las oportunidades de una y otra, es decir, con las posibilidades de acción que una de ellas ha tenido y las que encuentra a su disposición la siguiente.
Y la incomprensión nace con frecuencia de lo que se denomina el error de atribución fundamental o sesgo de correspondencia, es decir, y siguiendo la entrada de la wikipedia «la tendencia o disposición de la gente a sobrevalorar los motivos personales internos a la hora de explicar un comportamiento observado en otras personas, infravalorando por el contrario motivos externos como el rol o las circunstancias, para este mismo comportamiento«.
Todo el análisis de Shirky se asienta en cuatro pilares: medios, motivos, oportunidad y cultura. Es a propósito de la oportunidad que este autor defiende la importancia del entorno. Así lo expresa:
«Theories of generational difference make sense if they are expresed as theories of enviromental difference rather than psychological difference. People, especiallly young people, will respond to incentives because they have much to gain and little to lose from experimentation.«
Cuando Clay Shirky aplica esta idea al mundo de las redes sociales, y a la frecuente descalificación que las generaciones maduras pueden hacer a las más jóvenes con respecto a un cierto exhibicionismo que se produce en Internet, el autor indica lo siguiente:
«To understand why people are expending so much time and energy exploring new forms of connection, you have to overcome the fundamental attribution error and extend to other people the set of explanations that you use to describe your own behavior: you respond to new opportunities, and so does everybody else, and these changes feed on one another, amplifying some kind of behaviors and damping others.«.
Para él, esa tendencia a socializar es inherente a nuestra naturaleza, se encuentra dentro de nuestras motivaciones. Lo que ocurre con Internet y los nuevos medios sociales a la red ligados, es que nos proporcionan nuevas formas, nuevas oportunidades, de las que no dispusieron generaciones precedentes.
Estaríamos hablando, pues, de que la diferencia está más en la oportunidad que en la motivación, y no existiría un auténtico gap generacional, más allá de la manifestación superficial ligada a la nueva oportunidad que el entorno nos ofrece.