La promesa de la Inteligencia Artificial, la forma en que ésta se cuenta, se vende y se entiende por la mayoría de las personas, invita a pensar en una imitación de los mecanismos de la naturaleza.
El propio término inteligencia nos remite a la inteligencia humana.
Algunas de sus técnicas también parecen exhibir esa analogía, esa inspiración. Así, nos encontramos con los algoritmos genéticos que reciben ese nombre porque de alguna manera cambian (‘mutan’) ‘espontáneamente’ en busca de una mejor adaptación o una mejor solución.
También tenemos las muy en auge redes neuronales inspiradas en el funcionamiento de nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso, con pequeños nodos, neuronas, interconectados entre sí.
El propio nombre del más moderno machine learning nos hace pensar de nuevo en emular el aprendizaje, y muy en concreto, el aprendiza humano.
Pero ¿cuál es la relación que realmente guarda la inteligencia artificial con la naturaleza, con sus digamos correlatos biológicos?
En su libro ‘Artificial Intelligence. What everyone needs to know‘, Jerry Kaplan nos dice:
[Artificial Intelligence] it’s an engineering discipline whose relationship to biological organisms is mostly metaphorical and inspirational.
y explica de una forma muy clara y casi diría que brillante, que realmente la relación de las técnicas reales de la inteligencia artificial se limita a eso: la inspiración y la metáfora.
Inspiración porque es cierto que en su concepción inicial ha encontrado un punto de arranque en la forma en que la naturaleza resuelve esos problemas, y una metáfora porque de forma simplificada, el paralelismo entre la técnica real y cómo entendemos funciona la naturaleza (en realidad no lo sabemos bien) ayuda a comprender las ideas básicas y ayuda también al marketing de la tecnología.
Pero una vez que la tecnología está en marcha, ésta busca sus resultados y su aplicación práctica y, al hacerlo, se separa o al menos no se condiciona por cómo funcione realmente la naturaleza.
Jerry Kaplan nos ofrece un ejemplo muy gráfico con el caso de los aviones y las aves. Es cierto que los aviones, probablemente inspirados en las aves, tienen alas, pero el fundamento de su funcionamiento no tiene nada que ver con la forma en que vuela un pájaro (nòtese, por ejemplo, que las alas de los aviones no se mueven como sí lo hacen las de las aves).
Así ocurre también con la inteligencia artificial respecto de la inteligencia natural. La naturaleza ha servido de inspiración y se sigue utilizando como metáfora.
Pero solo eso: inspiración y metáfora.
A partir de ahí, tecnología e ingeniería.