A estas alturas ya no nos extraña, porque ya empieza a ser casi un lugar común el hecho de que la inspiración pura, la idea maravillosa surgida de la nada, es posible y que la creatividad es, por tanto, una especie de don, un regalo de la naturaleza.
Cada vez tenemos más claro que el trabajo constante, la transpiración versus la inspiración, tiene también un papel más que relevante en el proceso creativo y en la innovación.
Más aún, además del trabajo, es importante nuestro ‘background‘, el acervo de estudios y experiencias que nos acompañan. Y es que en esa especie de legado o de almacén de conocimientos y experiencias podemos encontrar soluciones o ideas para problemas nuevos.
En su libro ‘Improvise‘, Fred Cook hace especial hincapié en lo que a experiencia, experiencias mejor dicho, se refiere como fuente de la creatividad.
Y así, en esta línea de pensamiento nos dice:
brilliant ideas aren’t created in a vacuum. They’re formed by the experiences we have and the people we meet.
Creo que es así, toda experiencia, sea directa, obtenida por vivencias y relaciones, sea indirecta, obtenida por lectura o estudio, aumenta nuestros recursos, nuestras posibilidades creativas, porque nos proporciona algo así como un mapa de caminos posibles, una caja de herramientas para afrontar los desafíos.
La inspiración pura probablemente sea un mito, o al menos es muy escasa, pero eso no es ninguna desgracia sino todo lo contrario. Si la creatividad se apoya en el esfuerzo y en las experiencias, está en nuestra manos el mejorarla…