Desde hace unos años las grandes corporaciones han establecido las denominadas políticas de Responsabilidad Social Corporativa, políticas que, siguiendo la entrada de Wikipedia, podemos definir como:
la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas, generalmente con el objetivo de mejorar su situación competitiva y valorativa y su valor añadido.
- La pasión de los fundadores, es decir el compromiso personal de aquellos que pusieron en marcha la compañía. Un ejemplo sería The Body Shop con Anita Roddick y Gordon Roddick a la cabeza.
- Reacción a una fuerte crisis de imagen desencadenada por el público o grupos activistas. Por ejemplo, el caso de DuPont.
- Por presión regulatoria, como es el caso de Nike o Chevron.
Sin embargo, en esta lista echaría en falta dos razones adcionales que, en mi opinión, son las que más pueden impulsar de forma efectiva las políticas de sostenibilidad.
La mejor opción de todas, la que realmente podría ser el impulso definitivo sería que, simplemente, el modelo sostenible fuese el mejor modelo de negocio. Es decir, se trataría de situaciones en que la forma mas rentable de operar fuese una política sostenible. Es el win-win definitivo pero, por desgracia, todavía no parecen haberse encontrado con frecuencia estos modelos, esta especie de piedra filosofal. Quizá, y ya que lo rapasábamos aquí hace unas semanas, podemos poner alguna esperanza en que el modelo de Tercera Revolución Industrial de Jeremy Rifkin sea una vía en este sentido.