Continuando con la lectura de «Revolución LinkedIn» me he encontrado con un debate, en el fondo ya algo manido, sobre las mejores políticas de contactos en redes sociales en general y en LinkedIn en particular. El debate se centraba acerca de si era mejor la cantidad o la calidad de los contactos. No me quedó claro cuál se consideraba mejor opción: me pareció que había opiniones o testimonios en ambos sentidos. Pero sí me valió para pensar un poquito acerca del tema y examinar mi propio comportamiento en ese sentido.
He leído recomendaciones acerca de que no se admita un contacto si no se le conoce realmente…consejo que puede ser muy razonable. Pero también he leído a quien aboga por tener una gran cantidad de contactos alegando, de alguna manera, que para eso sirven las redes sociales: para tener contactos y cuantos más se tengan, más posibilidades se encuentran abiertas.
He repasado también el libro donde por primera vez oí hablar de la famosa teoría de los seis grados. Curiosamente, la primera vez que leí sobre este concepto fue en un libro, no sobre redes sociales, sino sobre tecnología peer-to-peer. Allí se mencionaba la teoría de los seis grados, y el «experimento del mundo pequeño» de Stanley Milgram realizado con correo postal.
Tras todo ello, tengo la sensación de que, como en todo, depende de tener una cierta coherencia y equilibrio.Pienso que, en efecto, una red social que no se extienda, que no tenga una cierta cantidad de contactos, es una red pobre, que añade poca utilidad. Pero igualmente pienso que contactos de baja calidad, con los que no nos une nada o que nada nos pueden aportar tampoco tiene sentido. No encuentro una receta…pero sí una cierta política más o menos laxa de una cierta apertura pero sin que «valga todo».
Lo que sí me parece interesante, y en cierto sentido lo aplico, especialmente en mi presencia en LinkedIn, es el hecho de que hay algunos tipos de contactos que son especialmente valiosos y deseables. Cuando leí sobre el experimento del mundo pequeño, recuerdo cómo se explicaba que los contactos tienden a situarse en una especie de clusters cuasi-cerrados, es decir en grupos que exhiben alta cohesion y conectividad interna pero pocas interacciones externas. Grupos que en el mundo analógico tendrían mucho que ver con la geografía y, quizá, la clase social pero que, en el mundo digital, en el universo 2.0, probablemente tengan más que ver con intereses o experiencias comunes. En cualquier caso, un cluster no deja de ser un sistema más o menos cerrado y, en ese sentido, menos en red y menos social.
Con esa idea en mente, cuando analizo una red de contactos, especialmente en el terreno profesional, terreno en que parece que se mueve LinkedIn, valoro especialmente los contactos que me pueden permitir saltar de un cluster a otro, de un grupo de interés a otro. Así, valoro muchos contactos de otras empresas, de otros sectores, de otras profesiones, de otros paises. Y es así porque este tipo de contactos que cruzan los clusters te abren posibilidades completamente nuevas. No me resulta especialmente útil, no hoy en día, tener decenas de contactos, como tengo, de compañeros de mi propia empresa. Sin embargo, podrán ser contactos muy valiosos en el futuro si ellos o yo cambiamos de compañía o de actividad. Ahora, los contactos que realmente me añaden valor social o profesional son los que se encuentran fuera de mi radio más inmediato, de mi radio físico o de interacción diaria y, aunque de esos debo reconocer que tengo pocos, los valoro mucho…y los busco más que los otros.
Nada nuevo bajo el sol, ninguna idea que no se haya expresado ya en alguna parte…pero me apetecía pensar y escribir sobre ello.