En el fondo era de imaginar.
Tanto trabajar en visión artificial o en la detección de movimientos de las personas, tanto implementar sensores de todo tipo y tanto trabajar en inteligencia artificial en diferentes acepciones…
Si a eso le añadimos el desarrollo de las neurociencias, los avances de la electrónica y el interés del marketing, del neuromarketing en concreto, por la denominada marca multisensorial, aquella que integra no sólo una imagen (un logo, por ejemplo) y unos mensajes, sino también texturas, gustos y aromas… ¡cómo no íbamos a acabar desarrollando la e-Nariz (e-Nose)!
La e-Nariz está compuesta un conjunto de sofisticados sensores que, acompañados por el software adecuado, permiten detectar y reconocer aromas y parece que ya se usan con una cierta amplitud en la industria ¡cómo no! de la perfumería. En otra aplicación posible, uniendo una e-Nariz con unos actuadores adecuados se puede, por ejemplo, mantener el aroma adecuado en una estancia, digamos una tienda, permitiendo asociar dicho aroma a la marca.
En realidad, a pesar de mi asombro, y según leo en el libro ‘Neuromarketing‘ de Roberto Álvarez del Blanco, la e-Nariz fue lanzada inicialmente ya en 1992 (¡hace nada menos que 20 años!) o sea que no es tan novedosa.
Aún así, el avance y las aplicaciones de las tecnologías, las cada vez mas amplias posibilidades que nos ofrecen, no dejan de asombrar. Y por ello, diría que esto era lo que nos faltaba por ver pero, dada la naturaleza del invento, creo que lo que aplica decir es:
¡Lo que nos faltaba por oler!