En su fantástico e icónico libro ‘La economía de la larga cola‘, Chris Anderson nos hablaba de la importancia de los «filtros«, es decir, mecanismos que nos permitían seleccionar, en el maremagnum de información y de productos accesibles en la larga cola, acceder a aquello que realmente podía ser de nuestro interés (buscadores, recomendaciones, etc).
En su libro ‘Vivo en el futuro…y esto es lo que veo‘, Nick Bilton incide en una idea parecida…pero quizá más estimulante.
Primero repasa el concepto de nación como una «comunidad imaginada» de Benedict Anderson. Decía este autor que una nación era «una comunidad política imaginada como intrínsecamente limitada y soberana» y era una comunidad imaginada porque, en realidad, los miembros de una nación apenas se conocen entre sí. Una persona conoce a decenas o centenas de sus conciudadanos, nada más. Sin embargo, se imagina la existencia del resto y, a pesar de que ese resto es imaginado, eso no le impide, bien al contrario, sentirse que forma parte de esa comunidad.
Este concepto de comunidad imaginada no se circunscribe a la nación. También puede extenderse a cualquier grupo. Puede ser el de los vegetarianos, el de la clase media, el de los aficionados de un equipo, etc.
Nick Bilton recoge este concepto de comunidad imaginada y lo aplica al mundo de Internet y a las redes sociales y concluye que las redes sociales nos permiten sentirnos que formamos parte de una comunidad, unas comunidades imaginadas que él denomina «comunidades anclaje».
Y va más allá para afirmar, sin utilizar explícitamente, cierto es, la palabra filtro, que son esas comunidades anclaje las que nos permiten sobrevivir sin angustia y movernos cómodamente por el universo de la superabundancia de información que Internet supone.
Evidentemente, es imposible conocer y procesar por un individuo toda la información que en Internet habita y que en Internet se crea. Sin embargo, si establecemos una red social, si seguimos las noticias, comentarios y enlaces que esa comunidad virtual nos ofrece, una comunidad a la que concedemos crédito y con la que nos sentimos en comunión de intereses puesto que son nuestros propios contactos, los que hemos elegido o aceptado, podemos llegar a estar al tanto de la información y noticias que esa comunidad maneja y, con ello, gestionar una cantidad manejable de información y, sin embargo, gozar de la sensación de habernos enterado de todo lo que nos queríamos enterar.
El autor nos pone el ejemplo del uso de Twitter por las mañanas como una forma rápida y manejable de enterarse de lo que sucede. Uno sólo lee los tweets de las personas a las que sigue y, con esa lectura, se obtiene una sintética pero a la vez amplia imagen de lo que está sucediendo, al menos en tu comunidad.
La comunidad, la red social, actúa no sólo como anclaje sino como filtro de información. Internet, que genera la sobreabundancia de información, también nos ofrece un medio para gestionarla eficazmente.