Es inevitable.
El auge de los robots es real… y creciente. Los robots no sólo entendidos como brazos articulados o como androides de forma humana…que también, sino robots entendidos como máquinas, algoritmos, como bots, como todo ente artificial, en fin, dotado de una cierta inteligencia.
Y si ese auge es imparable, y si los robots son capaces de asumir de forma ventajosa cada vez más labores, surge de forma inevitable la pregunta de qué nos queda a los humanos, cuál va a ser nuestro papel y cómo nos vamos a relacionar con esos robots cada vez más omnipresentes y cada vez más inteligentes.
Preocupa muy especialmente, todo lo que tiene que ver con el empleo.
En su libro ‘The inevitable‘, Kevin Kelly clasifica los trabajos en función de la capacidad para ser realizados por humanos o robots, y ofrece cuatro alternativas:
- Trabajos que los humanos pueden hacer, pero los robots hacen mejor: algunos que ya están muy generalizados como la fabricación, el montaje, o el cálculo de impuestos, etc Pero también otros más avanzados como pilotar un avión o un coche, o analizar una radiografía.
- Trabajos que los humanos no pueden hacer y los robots si: trabajos, por ejemplo, que requieren una altisima precisión como fabricar un chip, o una gran rapidez como la búsqueda en páginas web.
- Trabajos que no sabíamos que queríamos: cosas tan variadas como dirigir un vehículo en Marte, imprimir en tela un patrón que nos envía un amigo, predecir epidemias, etc
- Trabajos que sólo los humanos pueden hacer, inicialmente: y que el autor reduce a lo siguiente: decidir qué es lo que los humanos quieren hacer.
De esta clasificación parece desprenderse que poco, muy poco, espacio queda reservado para el ámbito exclusivamente humano. Es posible que nos falte imaginación y que, a medida que los robots se hagan cargo de nuestros empleos, surjan otros nuevos, plenamente humanos, que en este momento no somos capaces de de imaginar ni de nombrar.
Lo que parece en cualquier caso inevitable es la expansión de los robots y la necesidad, por tanto, de saber cómo relacionarnos con ellos y cómo trabajar con ellos.
Kevin Kelly, un poco más adelante, nos dice:
Everyone will have access to a personal robot, but simply owing one will not guarantee success. Rather, success will go to those who best optimize the process of working with bots and machines.
Es decir, supone que todos tendremos un robot personal, un robot que, como todos los robots, es, en muchos sentidos, más capaz que la persona. Por tanto, y siempre según el autor, una parte del éxito de cada uno de nosotros estará en saberse relacionar con ese robot personal y con todos los que nos rodeen. En la medida que sepamos ‘sacar jugo’ a esa relación, que sepamos conseguir que esa relación aumente nuestra productividad y nuestras posibilidades, que multiplique nuestras capacidades humanas, seremos exitosos.
En la medida que no sepamos entendernos con los robots, tendremos problemas.
Nuevas tecnologías, nuevos escenarios, nuevas habilidades…