La generalización de la robotización y la inteligencia artificial, pensamos que nos va a traer una muchísima mayor productividad y, probablemente, una mucho mayor fiabilidad y calidad de lo producido. Es muy lógico y muy probable.
También pensamos que puede traer consigo desempleo o, al menos, la desaparición de muchos empleos actuales que, eventualmente, pueden compensarse con nuevos puestos de trabajo, ya sea por necesidad de nuevos perfiles o porque el aumento de productividad y riqueza genere nuevas necesidades, por ejemplo, en sector servicios. La desaparición de empleo tradicional es más que probable. Si el saldo neto de empleo es positivo o negativo parece estar más en discusión.
Sin embargo, hay una consecuencia de la robotización que no se me había ocurrido tener en cuenta hasta leer el libro ‘The inevitable‘ de Kevin Kelly cuando cita a Rodney Brooks, antiguo profesor del MIT e inventor de la aspiradora Roomba.
Nos dice el señor Brooks:
Right now we think of manufacturing as happening in China. But as manufacturing costs sink because of robots, the costs of transportation becmome a far greater factor than the cost of production. Nearby will be cheap. So we’ll get this network of locally franchised factories, where most things will be made within five miles of where they are needed.
Todo un cambio de la macroeconomía y casi de la geoestrategia. Al contrario de lo que ha sucedido en las últimas décadas, la fabricación podría volver en gran medida a los países desarrollados e, incluso, atomizarse, para minimizar costes de transporte. El razonamiento está claro: la robotización produce una tan grande disminución de los costes de producción que, en comparación, los costes que marcarán el precio serán los de transporte., Por tanto, es preferible acercar la producción hacia los centros de consumo, es decir, una polarización hacia los países desarrollados.
Y, adicionalmente, una eventual atomización de la producción, en el sentido de que, en esa misma línea de disminución de costes de transporte, sea preferible factorías más pequeñas pero más cercanas a los principales núcleos de población.
Todo ello, por supuesto, siempre que no se produzca una disrupción en el transporte, disrupción que ahora mismo no creo atisbar, y que pudiera cambiar de nuevo el balance entre costes de producción y transporte.