El temor está ahí.
El temor a ser sustituidos por robots.
El temor a que las máquinas se hagan tan inteligentes que nos sutituyan en el trabajo…¡quién sabe si en algo más!
Y como es un futuro que asusta, nos resistimos psicológicamente a él. De forma similar a como rechazamos la muerte, rechazamos nuestra sustitución por robots (ambas situaciones bastante comprensibles).
Y si cuando nos enfrentamos a la muerte de un ser querido, quizá a un gran dolor, solemos pasar por las fases del duelo que ya hace décadas identificó Elizabeth Kübler-Ross (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), Kevin Kelly, en su libro ‘The inevitable‘ nos ofrece siete fases por las que atravesamos (o podemos atravesar) en relación a nuestra propia sustitución por robots.
Son estas:
- Seguramente un robot u ordenador no puede hacer lo que yo hago
- Vale, puede hacer muchas de esas cosas, pero no todo lo que yo hago
- Vale, puede hacer todo lo que yo hago, pero con la salvedad de que me necesita cuando se avería o colapsa, lo que sucede a menudo.
- Vale, suele funcionar bien en tareas rutinarias, pero necesito entrenarlo para tareas nuevas
- Vale, vale, puede hacerse cargo de mi anterior y aburrido empleo, porque está claro que no era el tipo de trabajo que debe hacer un humano.
- !Guau! Ahora que los robots hacen mi antiguo trabajo, mi nuevo trabajo es mucho más interesante y me recompensa más
- Estoy encantado de que un robot / ordenador no pueda hacer lo que yo hago ahora.
En efecto, y como en las fases del duelo, empezamos negándolo y acabamos aceptándolo. En el caso de las fases que propone Kelly, incluso con alegría.
¿Realidad o ciencia ficción?
¿Hasta cuando una ficción?