La literatura y los discursos sobre la innovación suelen poner el foco en la parte más creativa, y la más positiva, en el éxito y en aquello que triunfa…
Pero en la innovación real también hay errores, fallos y malas ideas.
Quizá por lo poco que se menciona en libros, charlas y artículos, me ha llamado la atención encontrarme con unos párrafos en el libro ‘El viaje de la innovación‘ de Carlos Domingo dedicados a las malas ideas y, en concreto, a ofrecernos una tipología de malas ideas en el ámbito de la innovación.
Estos son los cuatro tipos de malas ideas que nos identifica:
- Funcionalidad en lugar de producto: lo que estamos pensando o proponiendo no llega a constituir un producto en sí mismo, sino una extensión, una funcionalidad, de un producto de éxito. Hay un doble peligro en esa opción: por un lado, que el mercado sea un nicho demasiado pequeño (ver cuarta opción) o que, si acaba siendo interesante, el producto dominante, el que ya tiene éxito, incorpore esa funcionalidad y nos deje fuera de mercado.
- Prescindible: Nuestro producto innovador cae dentro de las cosas que está bien tener (‘nice to have‘) pero que el mercado no está muy dispuesto a pagar por ellas. Mala base para un negocio.
- Sin diferenciación: el producto es bastante indiferenciado (en el fondo es poco innovador) y por tanto tiene que afrontar normalmente una feroz competencia en precio. Rentabilidad erosionada.
- Nicho demasiado pequeño: El producto es tan especializado, que el nicho de mercado es demasiado pequeño como para sostener un negocio.
Seguramente, haya otras formas de malas ideas, pero bueno es estar prevenido frente a ellas y disponer de una primera clasificación que nos ayude a reconocerlas antes de que sea demasiado tarde.