Vivimos, creo, en tiempos de mito y de hipérbole, tiempos en que, en muchos campos, pero particularmente en el ámbito de las tecnologías y su capacidad transformadora, se ofrece una visión con frecuencia exagerada, poco anclada en la realidad, carente de conocimiento, publicitaria, superficial.
El mito y la hipérbole
Creo que se trata de un fenómeno generalizado, que va más allá de la tecnología, que incluye lo político, lo social, e incluso lo privado y para el cual no tengo un diagnóstico claro, aunque sospecho que, entre otras cosas, tiene que ver con la necesidad de captar la atención en un mundo hiperconectado y con superabundancia de información e impactos.
Una captación de la atención que enlaza a su vez con motivos electorales en lo político, de auto-afirmación y satisfacción en lo personal y comerciales/publicitarios en lo profesional y empresarial.
El caso es que, seguramente por esa necesidad de llamar la atención, real o sentida, se generan grandes mitos, grandes exageraciones, mitos y exageraciones a las que nos apuntamos de manera inmediata y bastante superficial con lo que, en el fondo, no hacemos otra cosa más que contribuir a alimentar esa hipérbole, ese mito.
Unos mitos y exageraciones que suelen acabar desapareciendo cuando, o bien no alcanzan lo prometido, cosa muy frecuente, o cuando, simplemente, una vez nos hemos aburrido del nombre, que ya no es llamativo, alguna gran consultora le da un nombre nuevo añadiendo algún matiz para explicar que hablamos de algo diferente aunque mcuhas veces no es cierto, o no del todo.
No deja de ser revelador e interesante que una de esas grandes consultoras, Gartner, publique todos los años su famoso (‘hype cycle‘) de tecnologías emergentes o de ámbitos tecnológicos más especializados. La sola existencia de un diagrama ampliamente conocido y consultado (yo mismo lo consulto y utilizo de vez en cuando en formaciones) con ese nombre ‘hype cycle‘ (algo así como ciclo de vida de la hipérbole, o del ‘bombo publicitario’) es más que indicativo. Y la falta de continuidad que existe entre los diagramas de diferentes años, aún más.
Dos de los que consideraría ‘grandes éxitos’ de los últimos meses en ese campo son el Metaverso y ChatGPT
Sobre el metaverso
En el fondo, no sabemos lo que es el metaverso, pero cuando Mark Zuckerberg anunció que esta idea, el metaverso, creada y bautizada hace ya décadas por Neal Stephenson en su novela futurista ‘Snow Crash‘, pasaba a ser la piedra angular de su estrategia de futuro, pasaba a recibir inversiones millonarias hasta la exageración e incluso estimulaba el cambio de nombre de la empresa matriz, de Facebook a Meta, todo el mundo pareció obligado a apuntarse a este concepto… tan vagamente definido y de tan incierta proyección técnica y comercial.
Decenas, seguramente cientos y miles de posts en todo tipo de medios digitales, eventos, charlas e incluso reflexiones sobre sus implicaciones éticas.
En esta confusión, y ‘surfeando’ la ola, han aprovechado numerosas empresas y organizaciones para decir que hacen cosas ya en el metaverso utilizando tecnologías o soluciones como la realidad virtual, la realidad aumentada o los videojuegos, que ya existían hace muchos años (aunque se encuentren en evolución). Una forma de aprovechar el tirón publicitario, muy comprensible en realidad, pero que suma confusión, en aras de obtener rédito comercial o al menos publicitario del nuevo mito: el metaverso.
Como metaverso es un concepto vagamente definido, a ver quién les dice que no están en el metaverso. Pero lo cierto es que ese ‘metaverso ‘de andar por casa’, poco tiene que ver con el, llamémosle, «verdadero metaverso», si como tal entendemos el que sugiere la novela de Neal Stephenson, los vídeos de Meta o incluso algún artículo relevante de Gartner.
Pero, en tiempos de hipérbole ¿a quién le importa? Lo importante es ganar esa atención de que hablábamos antes.
Lo cierto es que, ese «verdadero metaverso» parece lejano, suponiendo que sea viable y suponiendo que tenga atractivo comercial real. Respecto a lo del atractivo, sólo recuerdo que ya lleva años existiendo la realidad virtual y aumentada y que, pese a su extraordinario interés técnico, y pese a la natural fascinación que puede producir (me apunto a esa fascinación), no acaba de despegar comercialmente de manera masiva, no acaba de encontrar su ‘killer application’. Respecto a las dificultades técnicas me remitiría al extraordinario libro ‘The metaverse: and how it will revolutionize everything‘ de Mathew Ball, que me leí hace ya unos meses, aunque aún tenga pendiente de reseñar.
Sobre ChatGPT
Muchísimo más sólido y más aplicable de manera inmediata resulta, en mi opinión, todo lo que tiene que ver con ChatGPT o, por mejor decirlo, la Inteligencia Artificial generativa en general y los grandes modelos de lenguaje (LLM. ‘Large Language Models‘) en particular.
No quiere eso decir que no se haya producido también un efecto hipérbole. De repente, todo el mundo opina sobre ChatGPT y como es abierto, espectacular en sus resultados y tan, tan sencillo de utilizar (al menos un empleo básico) ya tenemos inundación en medios, especializados y no especializados, de comentarios, opiniones, explicaciones (superficiales casi todas, por supuesto) sobre ChatGPT y parece que ‘todo el mundo’ se siente obligado’ a publicar en sus redes, en LinkedIn, en Instagram, en Twitter o donde sea, la última pruebecita que ha hecho, el último resultado obtenido o destacar cualquier fallo que encuentre.
En este caso, y como digo, creo que la aplicación es real y casi inmediata, y un cierto impacto, puede que un gran impacto, también, así que, aunque el mecanismo de la hipérbole es similar al del caso del metaverso, en este caso, probablemente las conclusiones sean más acertadas y realistas.
La distancia
A nivel personal, puedo decir que, por un lado me fascina la tecnología, y por otro, es la materia prima sobre la que trabajo en mi actividad profesional en materia de consultoría, docencia, escritura y comunicación, así que, por supuesto, me he interesado, y mucho, por estos dos fenómenos.
Aparte de lo que ya llevaba investigado hasta el momento de sus ‘boom’ respectivos, desde ese boom me he leído ya, a parte de muchos artículos y posts, dos libros sobre el metaverso y tres sobre inteligencia artificial generativa.
Sin embargo, y aunque quizá me haga desaprovechar muchas posibilidades de impactos mediáticos y publicitarios, quizá de auto-promoción, mantengo una cierta distancia con ambos fenómenos, especialmente en el caso del metaverso.
Distancia porque, antes de dar una opinión, me gusta formularla con ‘conocimiento de causa’ y haber entendido bien, primero la tecnología y luego su posible impacto comercial, social e incluso ético. En fenómenos técnicamente complejos, como son tanto el metaverso como la inteligencia artificial generativa, tan difusos, al menos en el caso del metaverso, y tan sometidos, como todos, al veredicto del mercado y de la sociedad, aún pendientes, conviene una cierta prudencia intelectual.
Distancia e innovación
Si ahora lo pienso no para mi, sino para empresas y organizaciones, creo que también tienen que mantener esa cierta distancia, aunque una distancia muy activa, en absoluto pasiva o reactiva.
Quiero decir, que las empresas deben mantener una muy activa y muy ágil vigilancia tecnológica que les permita estar al tanto de las novedades, entender si constituyen oportunidades o amenazas para su modelo de negocio y conocer su verdadero estado del arte e implicaciones. En ese sentido, les conviene ‘estar a la última’ y, en la medida de lo posible, ‘tangibilizar’ las posibilidades mediante demostraciones de fabricantes y proveedores, pruebas piloto de pequeño alcance, productos mínimos viables, etc
Pero, a la vez, creo que deben tener un cierto criterio y no lanzarse ‘como locos’ a la última moda, el último ‘palabro’, la última hipérbole. Con mucha agilidad, porque vivimos en un mundo en rápido cambio, pero con criterio y, probablemente, aplicando los métodos modernos e iterativos de innovación que minimizan el riesgo, porque también vivimos en tiempo de mito e hipérbole.
El uso publicitario que hagan de sus avances, su propia contribución a la hipérbole, eso lo dejo ya a su propia responsabilidad y decisión.
Conclusiones
Como conclusión, y aunque no es difícil de deducir de lo anteriormente expuesto, en tiempos de hipérbole, aconsejo esa distancia activa, activa para estar realmente actualizado de las últimas novedades y tendencias en tecnología, pero distancia para no dejarse arrastrar, para adquirir conocimiento y decidir con criterio y no al calor de la última moda.