En algunas ocasiones, y creo que en algunos de mis medios sociales, incluyendo este blog, he comentado cómo el uso de la tecnología supone una de externalización. En este post desarrollaré brevemente otro aspecto, que me suena también haber comentado en alguna ocasión, pero al que quiero volver: el apalancamiento.
La tecnología como externalización
En efecto, lo que con esto quiero decir es que mediante la tecnología, y mediante la automatización que con ella conseguimos, en cierto sentido externalizamos trabajos o tareas que, de otra forma, realizaríamos nosotros. Y las ‘externalizamos’ en la tecnología, normalmente porque la tecnología hace esa tarea mejor que nosotros (cuando, por ejemplo, usamos una calculadora o una hoja excel para hacer cálculos, o utilizamos una retro-excavadora para cavar porque tiene mucha más fuerza que nosotros) o, simplemente, porque son tareas que no nos gusta hacer.
Aunque considero que esta idea de externalización es bastante clara, y hasta poco discutible, hasta ahora, me parece, era una expresión que sólo me había oído utilizar a mí mismo. Sin embargo, y eso es lo que me ha animado a escribir este post, me la he encontrado recientemente, exactamente con la misma palabra, externalización, leyendo el libro ‘Introduction to digital humanism‘ y, en concreto, en el capítulo ‘The re-enchanted universe of AI: the place for human agency‘ firmado por Helga Nowotny.
En un punto de este capítulo se afirma que:
The historical growth of new human knowledge can be interpreted as a sequence of major transitions in externalizing knowledge operations, processing an application, storage, dissemination, communication and repurposing of knowledge which in various configurations generate new knowledge.
En un webinar ofrecido recientemente por CitizenD Social & Tech Lab y en el que tuve el placer de participar, comenté durante mi ponencia, y en un una tipología algo improvisada, tres formas básicas que históricamente había adoptado esa externalización:
- Externalización de tareas que requieren fuerza y destreza, que se ha hecho desde la prehistoria pero que, seguramente, explota con la revolución industrial y que, seguramente, adquiere su máxima expresión precisamente en los entornos industriales aunque realmente permea por toda nuestra actividad incluyendo cosas tan simples como el uso de unos meros alicates
- Externalización de tareas mentales de cálculo y memoria, que se produce fundamentalmente por la llegada de lo digital y potenciada por la explosión de internet y la nube, con su capacidad para procesar y almacenar información, con mayor capacidad, volumen y exactitud de lo que podemos hacer los humanos
- Externalización de tareas cognitivas incluyendo la creatividad, debida al auge de la inteligencia artificial en general y de la generativa en particular.
Esta externalización la hacemos, evidentemente, porque en conjunto nos beneficia, aunque, especialmente esta última externalización, la cognitiva y creativa, nos hace dudar y preguntarnos hasta dónde debemos llegar con esa externalización y, sobre todo, cuál es el lugar de las personas en este escenario y cómo podemos mantener y fomentar nuestras capacidades mas valiosas.
Apalancamiento
Sin embargo, en este post voy a aparcar esa cuestión ética y filosófica, que por lo demás me interesa muchísimo, para centrarme en algo más positivo: el apalancamiento.
El apalancamiento (‘leverage‘) hace mención, en el entorno empresarial y de los negocios, al uso de recursos externos para potenciar tu negocio. Dos son los apalancamientos ‘clásicos’, a saber:
- Apalancamiento operativo: Una empresa se apoya en recursos operativos de terceros. Por decirlo de una manera mucho más familiar y comprensible: una empresa subcontrata trabajos a otra. Con esto, la empresa principal consigue, por un lado, eventualmente mayores capacidades y menores costes de los que ella puede conseguir por sí misma pero, sobre todo, cuando hablamos de apalancamiento, ser capaz de acometer más trabajos, que de otra forma no podría por no tener recursos suficientes o los recursos adecuados. Es decir, esa subcontratación, potencia el propio negocio de la empresa que subcontrata.
- Apalancamiento financiero: Uso de recursos financieros externos. Existen muchísimos tipos de mecanismos de financiación pero, simplificando muchísimo y para entendernos, hablaríamos, por ejemplo, de un préstamo. Con ello, la empresa consigue recursos financieros adicionales que le permiten acometer grandes inversiones que, de otra manera, le estarían vedadas. En el ámbito privado suelo poner el ejemplo de los préstamos hipotecarios: muy pocas personas serían capaces de comprarse una casa si no se pudiera disponer de préstamos hipotecarios. Es decir, los ciudadanos nos apalancamos en los bancos para poder acometer proyectos como la compra de una vivienda. De igual manera las empresas se apalancan en todo tipo de recursos financieros para poder acometer proyectos e inversiones de otra manera inviables. Vemos que, de nuevo, el apalancamiento, y de ahí su nombre, apoya y potencia las capacidades y posibilidades de la empresa o individuo.
En ambos casos, por cierto, vemos que el apalancamiento se consigue mediante una externalización de capacidades, operativas o financieras, en otra entidad.
Y lo he comentado sobre todo en ámbito de la empresa porque esos términos de apalancamiento se utilizan en esos contextos profesionales pero, evidentemente, y como se puede ver con el ejemplo de la hipoteca, también los humanos individuales o las familias nos apalancamos operativa y, sobre todo, financieramente.
Tecnología y apalancamiento
Y la tecnología, en el fondo, es una forma de apalancamiento.
Mediante la externalización de tareas en máquinas, conseguimos más fuerza, más velocidad, más exactitud, más capacidad de cálculo, más capacidad de gestionar grandes volúmenes de información, más capacidad, en fin, para hacer todo tipo de cosas, más resultados.
La tecnología nos hace ir a más y progresar. Y eso es buenísimo, y es su objetivo principal.
Eso es el apalancamiento, que nace de la externalización, en este caso en la tecnología.
Eso si, en la medida que nos acostumbramos a externalizar en máquinas las tareas, los humanos nos vamos desentendiendo un poco de ellas o, más bien, dejamos de cultivar nuestra capacidad para acometer esas tareas nosotros mismos, nos vamos, en cierto sentido, en algunos casos literal, atrofiando.
Apalancamiento cognitivo
Y ocurre es que, con las tecnologías que utilizábamos hasta mediado el siglo XX, sobre todo externalizábamos tareas de naturaleza física: externalizábamos, sobre todo, fuerza y habilidad. Y, a lo mejor, no nos importaba demasiado, ser un poco menos fuertes, ser un poco menos hábiles, porque ya no nos ocupábamos de tareas que no requerían de esa fuerza o esa habilidad.
También hay mecanismos compensatorios. Muy particularmente, en lo que tiene que ver con la fuerza, el auge de la práctica deportiva puede actuar como mecanismo equilibrante de eso que hemos externalizado.
Pero, lo que ahora nos ocupa, es que con el auge de lo digital y de la inteligencia artificial, particularmente la generativa, lo que estamos externalizando son capacidades cognitivas, algunas relacionadas con la percepción (visión artificial, reconocimiento de voz), pero otras relacionadas con el razonamiento, la decisión e, incluso, la creatividad. Estamos haciendo un apalancamiento cognitivo.
Como con todos los apalancamientos, obtenemos un retorno en forma de capacidades aumentadas, y eso es fantástico, pero con un riesgo de ‘atrofia’ de nuestras capacidades cognitivas propias.
Y tenemos que ver si estamos dispuestos a pagar ese precio y, si no, cómo lo compensamos.
A bote pronto, recomiendo lectura, estudio, reflexión, conversaciones, debate y pensamiento crítico.
Conclusiones
El uso de la tecnología supone una forma de externalización de tareas en máquinas. Eso supone un apalancamiento, es decir, una potenciación de nuestras capacidades. Y eso es bueno, muy bueno.
Pero también supone el riesgo de atrofia de las capacidades propias.
Y con el auge de la inteligencia artificial lo que estamos delegando, a cambio de esa potenciación, son capacidades cognitivas.
¿Qué vamos a hacer para que eso no suponga una merma de nuestras propias capacidades?