Hace un par de días publicaba en este blog un artículo en que hablaba de las perspectivas de la explicabilidad de la inteligencia artificial, un artículo que cerraba, precisamente, con la frase ‘con el debido respeto‘ y en el que ya insinué que a lo mejor escribía este artículo, un artículo que habla de ingenieros, de inteligencia artificial, de ética y, si, del debido respeto, un respeto que creo que se merecen, y no siempre reciben, los ingenieros u otros profesionales técnicos, cuando se habla de ética en inteligencia artificial o, incluso, ética en tecnología en general.
Pero vayamos poco a poco.
Las disciplinas detrás de la Inteligencia Artificial
No voy a pararme ahora a definir lo que es la inteligencia artificial. Supongo en el lector una idea aproximada de su naturaleza. Baste recordar, tan sólo, que la inteligencia artificial se sustancia no en una disciplina monolítica sino, en el fondo, en un gran y creciente conjunto heterogéneo de algoritmos que, de alguna forma, tienen capacidad para acometer tareas de naturaleza cognitiva y/o aprender.
Por detrás de la Inteligencia artificial, se usan dos ciencias o disciplinas más básicas. Por un lado, matemáticas, muchas matemáticas, puesto que dichos algoritmos trabajan con funciones, con números, con vectores y tensores, con relaciones lógicas… es decir, el campo natural de las matemáticas incluyendo dentro de las matemáticas también a la estadística y las probabilidades.
Y, por otro lado, la ingeniería de software porque esos algoritmos se implementan, casi totalmente, como software, con la ayuda, y también alguna limitación, que esto supone.
Matemáticas e ingeniería de software son las disciplinas principales.
Pero no conviene olvidarse del hardware donde, de hecho, la aparición de la GPU (Graphical Processing Unit) y las TPU (Tensor Processing Units) han sido un paso muy importante para la inteligencia artificial y donde quizá, quizá, la computación cuántica pueda traer una revolución.
Y, claro, si llevamos la Inteligencia Artificial al campo de equipos físicos como robots, drones o vehículos autónomos (en el fondo, todos, formas diversas de robots) tenemos que añadir la física (sobre todo para lo que tiene que ver con sensores) y diferentes aspectos de la ingeniería (motores, cadenas cinemáticas, control, etc)
Pero no nos liemos mucho, pensemos sólo en matemáticas y software, que es lo principal.
Ingenieros e Inteligencia Artificial
Así que, cuando hablo en este artículo de ingenieros, hablo en realidad en todo tipo de profesionales de campos científicos y técnicos (digamos STEM, por utilizar un término de moda) que utilizan sus conocimientos científicos y técnicos, fundamentalmente matemáticos y de ingeniería software, para generar soluciones a problemas diversos, en este caso del campo de la inteligencia artificial.
Y lo dejo en el término ingenieros, por tres razones.
- En primer lugar por simplificar y porque, en el fondo, esa aplicación de la ciencia a soluciones prácticas es en lo que consiste la ingeniería.
- En segundo, dejándome llevar por una debilidad personal, puesto que yo mismo soy ingeniero.
- Y en tercer lugar, y más importante, porque a la hora de hablar de respeto, de lo que viene a continuación, el término que suelen utilizar quienes creo que no aplican el debido respeto para referirse los profesionales del ámbito de la inteligencia artificial, es, precisamente, el de ‘ingenieros’.
Así que, en lo que sigue, hablaré de ingenieros pero siéntanse incluidos en el término todos aquellos matemáticos, estadisticos, científicos de datos. informáticos etc que trabajan en el ámbito técnico de la inteligencia artificial. con independencia de su titulación o denominación de puesto de trabajo.
Ética e Inteligencia Artificial
Como muchos de los lectores de este blog sabrán, y en algún caso, como algunos estarán especialmente interesados o implicados, un campo ‘muy de moda’ (con lo de bueno y malo que estar de moda supone) alrededor de la inteligencia artificial es el de la ética de la inteligencia artificial.
La ética como disciplina es un subconjunto de la filosofía. Pero sin entrar en ningún tipo de profundidad, sin ponerme a distinguir entre moral y ética, sino quedándome por lo que entendemos ‘en roman paladino’, la ética marcaría lo que es un comportamiento correcto, lo que entendemos como bueno, aunque en qué consiste eso de ‘portarse bien’ y ‘ser bueno’ sea algo mucha más resbaladizo y discutible de lo que parece.
En el ámbito de la ética ligada a la inteligencia artificial se habla de cosas como la protección de la privacidad e intimidad, de evitar sesgos de género, raza, edad, etc, de respetar la autonomía de las personas, etc.
Un campo bonito, interesante y necesario.
Y, claro, un campo multidisciplinar, porque, por un lado, hablamos de inteligencia artificial, algo eminentemente técnico, pero también hablamos de ética, que, en su teoría, es filosofía, pero que está influenciada por concepciones antropológicas y sociológicas, y en su práctica real nos acerca al campo jurídico e incluso político.
Estereotipos
Sobre los ingenieros, seguramente como sobre cualquier colectivo, existen estereotipos.
Un estereotipo típico podrá ser el que son personas ‘cuadriculadas’. Este estereotipo, como todos los estereotipos, peca de simplificación y cierta injusticia pero, personalmente, sin gustarme exactamente, este estereotipo de ‘cuadriculados’ no me preocupa demasiado. Personalmente eso que el estereotipo califica como ‘cuadriculado’ creo que, más bien, denotaría razonamiento lógico y rigor… y eso es para estar orgullosos… o al menos yo lo estoy.
Pero cuando vamos al campo específico de la ética en la inteligencia artificial, los estereotipos que me encuentro ya no me gustan tanto… en realidad no me gustan nada.
Simplificaciones y faltas de respeto
Cuando se habla de trabajar en ética de la inteligencia artificial, se suele hablar de un trabajo multidisciplinar, de la intervención de todos los perfiles, necesarios, los técnicos, los humanistas y los jurídicos. Y eso, hasta ahí, está bien. Esta muy bien, en realidad. Es lo que hay que hacer.
Pero también es frecuente encontrarse otras expresiones o planteamientos que no están tan bien. Que están muy mal.
Planteamientos del tipo ‘quítate de aquí, que ya me pongo yo’, en que se entiende que los ingenieros, los que de de verdad conocen lo que hacen los algoritmos, no saben nada de ética de la inteligencia artificial, no tienen nada que aportar, y deben tener un papel secundario, cuando no nulo, en esos trabajos sobre ética en inteligencia artificial.
O planteamientos y estereotipos, en que se muestra a los ingenieros, de una forma casi caricaturesca, como tan volcados en sus algoritmos, tan ‘monofacéticos’ (no creo que esa palabra exista, pero es la que mejor expresa lo que quiero decir) que parecen tener unas ‘anteojeras’ que hace que no vean nada más que su algoritmo y que, no solo eso, no les importa hacer daño a personas o incurrir en comportamientos poco éticos o incluso ilegales con tal de tener un algoritmo ‘muy bonito’ técnicamente.
Se trata, creo, de simplificaciones burdas, rayando la tontería, pero que además suponen, o eso me parece a mi, un desprecio, una falta de respeto a los ingenieros, no sólo como profesionales, sino incluso, como personas.
Los verdaderos ingenieros
Los ingenieros (y vuelvo a recordar que, en este caso, agrupo a todos los profesionales que trabajan en la cara técnica de la inteligencia artificial) son un colectivo amplio, y como en todo colectivo, habrá de todo, ‘como en botica’.
Pero si hemos de hablar de generalidades, creo que es bastante ajustado a la realidad, decir que son profesionales muy preparados, y que suelen saber muy bien lo que hacen. Además, como en tecnología e ingeniería se producen resultados tangibles, medibles y observables, es difícil de negar esa cualificación, puesto que vemos que, en efecto, son capaces de crear algoritmos y soluciones que hacen cosas, en algunos casos ‘realmente alucinantes.
Más importante aún que eso, y aunque sea una obviedad, creo que conviene recordar que son personas, seres humanos, no solo ingenieros. Y como personas que son, dependerá un poco de cada uno (como sucede con cualquier persona) pero, en general, se ríen con un buen chiste, se emocionan con películas de las que tocan la fibra sensible, disfrutan con los amigos, se enamoran, quieren a sus parejas y sus hijos y nos les gusta ni hacer daño a otras personas ni saltarse la ley.
Es decir, saben muy bien lo que están haciendo y además, les preocupa tanto como a cualquier otro, las personas, la ética y la ley.
Y no sé por qué alguien pueda suponer otra cosa.
Y no sé por qué alguien pueda suponer que cuando están desarrollando algoritmos se olvidan de todo eso y deja de importarles la ética, deja de importarles el resto de la humanidad, deja de importarles hacer daño a otros y deja de importarles cumplir la ley.
No entiendo cómo alguien lo pueda suponer.
Pero parece que hay quien lo cree, y esa creencia es para mi, en primer lugar, una solemne tontería. pero es además, un desprecio y una falta de respeto.
El sentido común y el debido respeto
Apliquemos el sentido común y no hagamos simplificaciones absurdas.
El campo de la ética en la inteligencia artificial es un campo interesante e importante. Y necesitamos ser serios.
Y es un campo multidisciplinar. Y multidisciplinar donde, sin duda, sin duda, los ingenieros, los que hacen los algoritmos, los que más pueden aportar creo para conseguir, por ejemplo, algoritmos dotados de explicabilidad o evitar sesgos, son actores muy relevantes, fundamentales, nada de secundarios.
Y son seres humanos con sentimientos y con las mismas preocupaciones éticas que cualquier otra persona. Ni más, ni menos.
Reconozcámoslo así y tratémosles, en consecuencia, como merecen, es decir, como personas y con el debido respeto.
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