Casi seguro que sea este el ultimo post que escribo recordando al que fuera durante algo más de veinticinco años mi ‘hogar profesional’: Telefónica.
Casi seguro que sea así, y en realidad no tenía especiales planes de hacerlo ahora hasta hace poco, hasta hace unos días en que, no sé pensando en qué, caí en la cuenta de que estaban a punto de cumplirse exactamente cinco años desde que, con el habitual, ‘pinchoteo’, me despedí de tantos y tantos compañeros. Y me apeteció hacer justo lo que estoy haciendo: escribir este post para recordar a Telefónica.
No es que tenga mucho nuevo que decir, pero es que me apetecía recordarlo.
Telefónica en el recuerdo
Si, lo cierto es que, a pesar del tiempo transcurrido, que ya comienza a ser notable, no dejo de recordar a Telefónica. No dejo de recordar mi muy bonito, a veces casi emocionante, paso por la muy especial e inolvidable Telefónica Investigación y Desarrollo, mis ocho muy esforzados y estimulantes años en Telefónica Soluciones, trabajando para grandes clientes, y mis sufridos y esclarecedores cinco años en la unidad de Operaciones y Red de Telefónica de España.
Veinticinco años que, como es natural, tuvieron de todo, bueno y malo, grandes momentos y algún disgusto, incluso algún gran disgusto. Pero soy absolutamente sincero al afirmar que en conjunto estoy contento, satisfecho y orgulloso de mi paso por tan gran empresa y que mi recuerdo general es muy, muy positivo.
Y no es que lo diga a ahora y en este medio, en que sería fácil y seguramente ‘políticamente correcto’. Lo dije con frecuencia cuando aún estaba en Telefónica, se lo dije a mis compañeros y también a mis familiares y amigos. Y lo dije también el día de mi despedida.
Como, hay que reconocerlo, mis condiciones de salida fueron muy buenas, en esa despedida casi todos mis compañeros me venían a decir que, ‘qué suerte tenía‘. Pero en mi especie de discurso de despedida, en las palabras que siempre te hacen pronunciar en estos casos (y que debo reconocer que llevaba más o menos preparadas) tenía un mensaje final para ellos: que eran afortunados de permanecer en Telefónica, que ellos también tenían mucha suerte.
Creo que recibieron mis palabras con el escepticismo, el cariño y la cierta condescendencia con que se escuchan este tipo de declaraciones… pero yo lo decía absolutamente en serio. De verdad.
Miro ahora hacia Telefónica, y la sigo recordando con orgullo, cariño y con satisfacción. Y no creo que eso vaya a cambiar ya en los años que han de venir.
Compañeros en el recuerdo
Pero sí hay algo que me supone una cierta ‘punzada’ de dolor.
Y es recordar a algunos compañeros que ya no están o que tienen algún problema de envergadura. Mi pensamiento se dirige en concreto a dos personas, dos colaboradores muy cercanos de los cuales no voy a dar el nombre, claro está, pero quien me conozca de cerca puede imaginar de quién hablo.
Cuando, a los pocos meses o incluso pocas semanas de abandonar Telefónica, volvía alguna vez por Distrito T, lo encontraba todo igual. Encontraba el mismo sitio, los mismos compañeros y casi, casi la misma actividad. Es como si nada hubiese cambiado. Y, en realidad, para ser sinceros, es que prácticamente nada había cambiado, y mi ausencia no era más que una anécdota en el devenir de un empresa tan grande y de largo recorrido.
Pero si ahora volviese, sí que algo habría cambiado, no solo por el normal transcurrir empresarial, sino por alguna ausencia dolorosa e irrecuperable.
Reinvención
Después de mi salida de Telefónica, tocó poner en marcha mi reinvención personal y profesional. Una reinvención todavía en curso, creo que con razonable éxito, y que no fue en absoluto improvisada: se trata de una reinvención que ya había imaginado, y hasta cierto punto planificado, desde años antes.
En esa reinvención creé hace ya más de cinco años mi propia marca ‘Reingeniería digital‘ y mi propio lema ‘Innovación y Transformación digital de procesos y modelos de negocio‘. He llevado a cabo un puñado de asesorías a empresas, he impartido innumerables horas de formación, he publicado dos libros, he dado alguna charla, moderado algunas mesas redondas y participo en un podcast ‘Caminos de Knowmad‘ donde, con algunos compañeros, por cierto, varios de ellos también ex-telefónicos. de alguna forma, traslado mi experiencia de reinvención.
Y, en el fondo, también ha cambiado mi situación personal, en el sentido de que ahora tengo mecanismos enormemente más eficaces y realistas de conciliación y de participación en la vida familiar.
Pero la reinvención no finaliza. Aún tengo algunos objetivos no conseguidos, aún se me ocurren nuevos proyectos y nuevas ideas. Y es fantástico que sea así: la reinvención personal es, o conviene que sea, un proceso continuo y de cierta velocidad.
Una realidad que se desvanece
Miro hacia cinco atrás y miro hacia Telefónica.
Y no solo es que me siga despertando los sentimientos que mencionaba de satisfacción y orgullo, es que todavía la siento como propia y cercana.
Pero también reconozco que ya voy notando algo el paso del tiempo. A pesar de la cercanía, ya la imagen se me empieza a desvanecer levemente. Porque ya ha pasado tiempo, porque yo he cambiado algo, porque Telefónica también ha cambiado algo y quizá, sobre todo, porque cada vez más personas, cada vez más de los que fueran mis compañeros, ya están también fuera de Telefónica. Y, en buena medida, una empresa son las personas que la componen.
Si, el recuerdo, se desvanece, bien que leve y lentamente.
Pero estoy seguro de que nunca va a desaparecer. Telefónica, desde 1992 y seguro que hasta el fin de mis días, ya forma parte de mi vida y mi experiencia.
Y por suerte, el recuerdo, más vívido o más evanescente, sigue siendo positivo.
A modo de anexo visual: mi vídeo de despedida
Y, para finalizar, no puedo evitar, o no quiero evitar, volver a a publicar, como hice ya en el post de los dos años, el vídeo con el que me despedí haca ya cinco, un 22 de Marzo de 2018. Un vídeo que me sigue gustando mucho, que me sigue trayendo muy buenos recuerdos, y que sigue resumiendo, de forma rápida y musical, mi paso por Telefónica. Suena ‘You never can tell‘. Letra y música: Chuck Berry. Interpreta Bruce Sprinsteen. Los recuerdos son míos.
Hasta siempre, Telefónica.