Uno de los elementos constitutivos de la inteligencia y, sobre todo, uno de los elementos que, al menos en mi opinión, caracterizan a los robots es el de la autonomía.
Sobre la autonomía de los robots
Por autonomía, y sin entrar en definiciones formales o académicas, me refiero al hecho de que el robot es capaz de funcionar de manera independiente sin necesidad de ser manejado por un ser humano. Eso los distingue, por ejemplo, de una herramienta como un martillo neumático.
La característica de la autonomía ya la puse de relieve en mi libro ‘Robots en la sombra‘ al intentar caracterizar a los robots en general y a los robots software en particular. En ese contexto, y de forma muy sencilla y gráfica, decía que autonomía significaba que ‘funcionan ellos solos‘.
Esta característica de la autonomía también la he enunciado más recientemente en uno de los vídeos de mi proyecto ‘The robot notes‘ en el que identifico, de nuevo, las características que habitualmente encontramos en los robots:
En el vídeo hablo de los robots como agentes inteligentes y digo que autónomo (‘autonomous‘) significa:
[the agent] is capable of working by itself without being handled or used by a human being at least for some periods of time.
Esta es mi forma de hablar de autonomía, una forma realmente simple, pero voy a mostrar otra que es algo más elaborada que nos aporta Robin R. Murphy en su libro ‘Introduction to AI robotics‘.
Automatización frente autonomía en la visión de Robin Murphy
La autora hace una distinción entre automatización y autonomía.
Para ella, automatización hace referencia a la realización de tareas de manera completamente determinista y claramente marcadas de antemano, mientras que la autonomía introduce algoritmos no deterministas que permiten a un robot moverse en un mundo abierto y superar posibles omisiones u errores.
Sin embargo, Murphy sugiere que, más que unas fronteras claras entre una situación u otra, existen cuatro aspectos que se mueven un rango continuo de posibilidades, algunas más cercanas a la automatización y otras más cercanas a la autonomía. Esos cuatro aspectos son:
- Planes: En el caso de automatización, los planes, es decir, la serie de acciones a realizar para conseguir un objetivo, están definidos de antemano y el robot se limita a aplicarlos. En el caso de autonomía, el propio robot genera sus planes para responder en variaciones en el entorno o en los objetivo.
- Acciones: En este caso nos movemos entre acciones deterministas (que sólo pueden producir un resultado en una situación dada) en el caso de la automatización, frente a no deterministas, presentes en la autonomía, en donde las salidas posibles de un algoritmo son múltiples y la elección de una u otra depende de otros factores o eventos.
- Modelos: Los algoritmos, sistemas o robots necesitan crear un modelo del mundo para entenderlo. En el caso de automatización estos modelos son de mundo cerrado (‘closed world‘) en que todo lo que es posible conocer del mundo se sabe a priori y no aparecen sorpresas. Por el contrario, en el caso de la autonomía hablamos de modelos abiertos (‘open world‘) donde todos los estados, objetos o condiciones del mundo no pueden ser conocidos a priori, por lo que el modelo del mundo se debe ir actualizando.
- Representación del conocimiento: En este caso se contraponen el uso de señales (que marcan a la aparición de situaciones o datos ante los que el robot responde) en el caso de la automatización frente al uso de símbolos en el caso de la autonomía.
Murphy propone una sencilla representación gráfica de la combinación de estos factores en que cada uno de ellos puede encontrarse en algún punto intermedio entre automatización (a la izquierda) y autonomía (a la derecha).
Y no se ‘empeña’ en distinguir como clases estancas la idea de automatización frente a la autonomía, sino como una especie de continuo que incluye continuos parciales en cada uno de esos factores.
Conclusión
La visión que aporta Murphy de autonomía es más elaborada que mi propia visión y me parece muy interesante, sobre todo, la identificación de estos factores.
De la visión de Murphy expresada, lo único que no me convence es el uso de los términos determinista o no determinista en el caso de las acciones. Creo que, aunque entiendo lo que la autora quiere decir, todas o casi todas las acciones que la autora denomina no deterministas, en el fondo son plenamente deterministas y hablar de ellas como no deterministas alienta, seguro que no intencionadamente, la confusión y la fantasía sobre un ‘libre albedrío’ en los algoritmos o robots, un libre albedríos que en realidad es claramente inexistente.
En cualquier caso, un planteamiento muy interesante e ilustrativo.