Se me ocurrió esta reflexión al hilo del anterior artículo sobre crowdsourcing. El crowdsourcing es una forma de trabajo en que una organización recurre al talento, conocimiento y capacidad de trabajo que existe fuera de su organización.
No es el único caso. También, en el ámbito de la innovación, hemos tenido ocasión de hablar del concepto de innovación abierta, un enfoque de la innovación propuesto hace ya unos cuanto años por Henry Chesbrough y en el que las tareas de I+D o de innovación se realizan en buena medida fuera de la propia organización.
Y cuando hablamos de emprendimiento, solemos pensar, acertadamente, en empresas nuevas, nacidas por sus propios esfuerzos y fuera de cualquier organización previa.
Todo eso es correcto y son buenas prácticas pero ¿y qué pasa con el talento interno? ¿qué pasa con todos los empleados inteligentes, formados y leales a tu empresa y tu marca? ¿Qué oportunidad tienen de contribuir, de colaborar en la mejora y en la innovación, de hacer algo diferente, algo nuevo. algo quizá disruptivo?
¿Qué pasa con sus ideas, con su talento y con su motivación?
El propio Allan Afuah, en cuya obra ‘Business Model Innovation: Concepts, Analysis, and Cases‘ nos basábamos en el artículo sobre el crowdsourcing, nos da la receta, muy sencilla:
Crowdsourcing can be internal
En efecto, los mismos procesos, las mismas técnicas usadas en el crowdsourcing pueden usarse a nivel interno, formulando un problema y solicitando soluciones más allá del departamento que normalmente se encargaría de ello, pero dentro de la propia organización.
De la misma forma, la innovación puede provenir de empleados de la compañía, aunque no pertenezcan al departamento de I+D.
Y el emprendimiento puede surgir del impulso interno de los propios empleados que se convierten así en INprendedores.
Crowdsourcing, innovación abierta y emprendimiento buscan aprovechar el talento que existe a raudales fuera de la compañía y no empeñarnos en circunscribir esas acciones al ámbito corporativo y al departamento encargado de una labor específica. Y eso es correcto y una buena idea, pero si lo llevamos al extremo, si atraídos por el brillo y fama de la técnica nos olvidamos de por qué la aplicamos, corremos el riesgo de dejar en el olvido y condenar al ostracismo al talento que tenemos más próximo y más fácil de aprovechar: nuestro propio talento interno. Si cometemos ese error, no solo estamos desperdiciando un gran recurso que tenemos fácilmente disponible, sino que además promovemos el desaliento, la indiferencia, y la desmotivación.
No caigamos en ese error.
Busquemos también fuera, sí, pero no nos olvidemos de nuestro talento interno.
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