Vivimos un buen momento para las matemáticas.
Una disciplina que, pese a su indudable importancia, quizá no gozase ni de la atención ni del aprecio que merece en el pasado.
En mi época universitaria (vale, ya ha llovido desde entonces) elegir la carrera entonces denominada ‘ciencias exactas’ era una especie de acto de lateralidad. Era apartarse del flujo principal de los estudios universitarios para seleccionar una carrera poco demandada y que, en apariencia, condenaba las salidas profesionales únicamente a la docencia.
Álgebra lineal, machine learning y robótica
Las cosas parecen haber cambiado, sin embargo. O deberían haber cambiado.
Parecen haber cambiado porque las matemáticas forman parte fundamental de algunas de las tecnologías más disruptivas y más de moda.
Ya hace algo más de un año, rendí en este blog un homenaje al álgebra lineal, una parte de las matemáticas de la que, en aquel artículo, destacaba su gran presencia e importancia en disciplinas como el machine learning, la realidad virtual/aumentada o la robótica.
No pueden entenderse estas disciplinas en profundidad sin acudir a matrices y tensores, a transformaciones lineales y espacios euclídeos. Se trata de disciplinas donde un ingrediente fundamental es el software y un software que, en buena medida, ejecuta algoritmos matemáticos y algebraicos.
Computación cuántica y matemáticas
Pero si ya era poco con la inteligencia artificial y la robótica, resulta que lo que puede ser una de las tecnologías más disruptivas de futuro, la computación cuántica (‘quantum computing‘), se encuentra también dominada, y de qué manera, por las matemáticas.
Haces unos meses finalicé la lectura del libro ‘Quantum Computing: An Applied Approach‘ de Jack D. Hidary, obra que reseñaré en algún momento, y ya me sorprendió un poco en ese momento hasta qué punto el libro parecía ser, en muchos momentos, más un tratado de matemáticas que de física o incluso computación propiamente dicha.
Me encuentro ahora leyendo el libro ‘Dancing with Qubits‘ de Robert S. Sutor y me encuentro con una situación similar, quizá aún más explícita, en cuanto a la importancia de las matemáticas. En efecto, de los doce capítulos que componen esta obra, cinco, cerca de la mitad, son, sin el menor disimulo, un amplio repaso de matemáticas.
Un repaso por los tipos de números (naturales, enteros, racionales, irracionales, reales y complejos) y por estructuras algebraicas (grupo, anillo, campo o espacio vectorial). Un recorrido por funciones y trigonometría. Un paseo por matrices y determinantes, por espacios vectoriales y transformaciones lineales. Y un remate con elementos de probabilidad. Todo un recorrido, casi nostálgico, por partes fundamentales de las matemáticas estudiadas durante mi bachillerato o primeros cursos de carrera.
Unas partes de las matemáticas que, muy lejos de ser una mera nostalgia, una suerte de ‘vintage’ científico, son parte fundamental de algo tan moderno y transformador como la computación cuántica.
Matemáticas como entendimiento y acción
Una demostración de que las matemáticas no son esa ciencia tan abstracta y marginal que en ocasiones ha parecido ser.
Una demostración no solo de rigor sino también de elegancia, de belleza y, quizá más importante, de que las matemáticas no buscan las definiciones y los teoremas por sí mismos como una suerte de divertimento intelectual, sino que buscan captar y entender nuestro mundo, un mundo real, rabiosamente real, y unas aplicaciones prácticas, unas tecnologías, que pueden cambiar, que cambian de hecho, el mundo en que vivimos.
A modo de cierre: las matemáticas y los jóvenes
No se si los docentes que trabajan con niños y con jóvenes son capaces de transmitir a sus estudiantes la belleza que anida en las matemáticas No sé si son capaces de hacerles ver que cosas en apariencia tan abstractas como las estructuras algebraicas tienen utilidad real. No sé si son capaces de poner esas teorías en conexión con el mundo real y con su traducción tecnológica, de forma que los estudiantes comprendan la importancia y utilidad de esta disciplina.
Y sería bueno que lo consiguieran.
Por el interés y desarrollo de los propios estudiantes.
Pero también como apoyo al desarrollo económico y tecnológico de nuestra sociedad. Porque si disciplinas como la inteligencia artificial y la computación cuántica encuentran sus fundamentos y su motor en las matemáticas, necesitamos muchas, muchas vocaciones en matemáticas. Necesitamos que nuestros jóvenes aprecien su belleza, su importancia y su aplicabilidad, y lo contemplen como una opción profesional interesante.
Necesitamos hacer llegar a los jóvenes el interés por las matemáticas.
Pero no estoy seguro de que lo estemos consiguiendo.
2 comentarios